"El médico alemán": El ángel de la muerte

Josef Mengele (Baviera 1911-Brasil 1979) sigue sien­­do uno de los recuerdos más perversos del nazismo ale­mán. Este médico y antropólogo fue amigo de Hitler desde sus comienzos y luchó como soldado en la guerra hasta que resultó herido en el año 1942. Entonces fue trasladado al campo de concentración de Ausch­witz dónde realizó todo tipo de atro­ces experimentos, es­pecialmente con madres em­barazadas y niños recién na­cidos. Josef Mengele pa­só entonces a ser reconocido co­mo “El ángel de la muerte”.

En 1949 Mengele huyó a Argentina donde siguió rea­lizando estudios genéticos con una falsa identidad. De aquí parte El médico alemán, película de la argentina Lucía Puen­zo, que esta vez realiza un trabajo menos extravagante y hermético que en anteriores ocasiones (El niño pez, XXY).

El catalán Àlex Brendemühl (Insensibles, Héroes) rea­liza una interpretación prodigiosa, con una entona­ción alemana perfecta y una voluntariamente im­per­fec­ta forma de hablar español con acento argentino pos­tizo. Su retrato es diabólico, definido con un tono mi­nimalista: la manera en que mide las mandíbulas, las falanges de sus “cobayas”, la mi­rada gélida y científica del que desde hace años no ve almas sino cuerpos, del médico que no pretende curar individuos sino me­jorar una raza.



El guión de Puenzo permite una matizada apreciación del mal sin chillar al espectador ni subrayar una mal­dad inverosímil. En este sentido, la película re­cuer­da, en el ritmo y en el retrato hábil y cer­tero de un di­rigente nazi a la película Hannah Arendt, de Mar­ga­re­the von Trotta. La voz en off de la niña Florencia Ba­do resulta muy sugerente y necesaria para contar una historia que no preten­de agotar el personaje de Men­gele, sino acercarse a él de una manera distinta.

Esta sutileza narrativa se enmarca con mucho acier­to en la fotografía de Nicolás Puenzo de unos pai­sa­jes idílicos de Argentina; una manera muy sugerente de mostrar que en medio de la belleza pue­de anidar la na­turaleza más corrompida. En el fon­do, es de lo que tra­ta la película: de cómo la naturaleza de las cosas se puede pervertir, de cómo un científico con enorme talen­to puede ser recorda­do por el dolor y las muertes cau­sa­das desde su aberrante concepción del ser huma­no.

Calificación: 7,5

"Chance": Varias series en una

Hugh Laurie ha sabido separarse de la sombra de House con series como Veep. El infiltrado o Chance, una ficción que protagoniza interpretando a un neuropsiquiatra inclinado hacia pacientes en peligro o decididamente delictivos. El caso central que tiene en su consulta es el de una mujer que padece esquizofrenia y los ataques de ira de su marido.

La principal característica que tiene esta serie es la dispersión. Se pasa de un paciente a otro con mucha facilidad y sin dar ninguna explicación. El guion consigue abrir y cerrar todas las historias con bastante habilidad aunque el espectador no sabe muy bien a qué atenerse, qué trama seguir con más interés. Cada una de ellas tiene cierto gancho por el uso de la música, la interpretación y la voz en off del protagonista que retrata en breves brochazos a cada personaje.



Chance es una serie que no acaba de ser ni adictiva ni aburrida. Es correcta y diferente, algo que debería ponerla en algunos escalones por encima del resto pero no es así porque no acaba de ser lo suficientemente sugerente. Hay un cierto ritmo narrativo que ni frena ni acelera, que no se centra en grandes giros sino en el desarrollo sereno de los personajes.

Lo que es indudable es que detrás de Chance hay mucho oficio. Los creadores son Alexandra Cinningham (Mujeres desesperadas, Aquarius) y Kem Nunn (Hijos de la anarquía), y entre los directores destacan Lenny Abrahamson (La habitación), Carl Frankin (Por trece razones, The Leftovers) o Nelson McCormick (The Good Wife, Touch).

Lo mejor de la serie es el reparto comandado por un sensacional Hugh Laurie acompañado de Gretchen Mol (Mozart in the jungle, Boradwalk Empire), que interpreta a la paciente esquizofrénica. El toque de serie enloquecida lo ponen Ethan Suplee (inolvidable como el "gigante" nazi amigo de Edward Norton en American History X) y Paul Adelstein (uno de los secundarios maléficos de Prison Break). Ambos dan vida a dos personajes perversos e impredecibles que alteraran la vida tranquila y la forma de ser reflexiva del Doctor Chance.

Calificación: 6

La mendiga Maggie Smith

Miss Shepherd era conocida en todo su barrio londinense como la vecina indeseable. Esta anciana mendiga vivía en su desvencijada furgoneta gris que aparcaba en frente de una casa el tiempo que los dueños se lo permitían. Curiosamente el que aguantó con más paciencia fue un solitario escritor, Alan Bennet, que “convivió” con ella más de 15 años. De esta relación nació la obra de teatro y su versión cinematográfica.
Maggie Smith es una actriz que no necesita presentación. A punto de cumplir 83 años es una auténtica reliquia del teatro, el cine y la televisión inglesa. El último personaje inmortal que ha creado en los últimos años es Violet Crowley la gran matriarca de Downton Abbey.
En The Lady in the Van aprovecha la originalidad de su personaje que contrasta con el de gran dama inglesa que estamos acostumbrados a ver en pantalla. Aquí es una pobre excéntrica con ingenio, talento e ironía típicamente inglesa, muy elegante a pesar de vestir con harapos y desprender un olor insoportable.
La película mide bien los tiempos y mantiene embobado al espectador ante unas interpretaciones y diálogos tan brillantes. La estructura teatral es evidente pero no resulta acartonada gracias a la puesta en escena de todo un experto en la materia como Nicholas Hytner (La locura del Rey Jorge, El crisol).
La historia avanza a buen ritmo gracias a los constantes y variados conflictos de los dos protagonistas. El actor de series británicas Alex Jennings tiene el gran mérito de  enfrentarse a Maggie Smith y no morir en el intento, además de lograr que su personaje no degenere en un pedante y previsible escritor individualista y desagradable.  
Solventando la tentación de caer en la caricatura, los personajes acaban resultando entrañables y complementarios. Una historia deliciosa en la que hay espacio para el humor, el drama, los recuerdos, la literatura que nos da una vida de repuesto y los vecinos imprevistos que acaban por convertirse en indispensables.    
Calificación: 7

"Sucedió una noche": Capra inaugura un récord

En 1934 Frank Capra llevaba 8 años haciendo cine cuando logró un record de los Óscar: Sucedió una noche obtuvo los 5 grandes premios (película, director, actor, actriz y guion). Este caso sólo se repetiría dos veces más con Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) y El silencio de los corderos (1991).

Para los que aún piensan que la "abuelita" Capra fue un cineasta ingenuo y blandito que contaba historias bonitas y simples, les animo a ver este monumento del séptimo arte. Creo que todo el mundo ha visto escenas de la película que han pasado a la Historia del Cine: el famoso auto-stop de Claudette Colbert o la famosa escena de las murallas de Jericó. No parece suficiente para valorar esta comedia ágil y seductora con dos actores que reflejan dos formas de ser e interpretar casi antagónicas que demuestran la atracción de los polos.

El surrealista camino hacia el altar y, en general, los últimos 10 minutos de película son un prodigio de genialidades encadenadas: elegancia e inteligencia en el tiempo de los gag, la planificación, la interpretación de los actores, etc. Como los mejores clásicos sigue teniendo ritmo y personajes con mucha vida detrás, perfectamente reconocibles y empáticos con el espectador.

Capra volvería a ganar dos Oscar más como director con El secreto de vivir (1937) y Vive como quieras, y acabaría siendo uno de los grandes cineastas de la Historia del cine con películas como ¡Qué bello es vivir!, Arsénico por compasión, Juan Nadie, Caballero sin espada o Un gangster llamado milagro.

Calificación: 9

"La librería" preciosa de Isabel Coixet

Al acabar de ver la última película de Isabel Coixet en un cine lleno de mujeres una de ellas no se pudo contener y dijo en voz alta: "¡Qué bonita!". Era verdad. Es una película preciosa, que no preciosista. Bella en cada plano, cada paisaje, en esa decoración de interiores y esos vestuarios tan cálidos al estilo escocés. En ese clima de belleza los actores transmiten delicadeza y humanidad, crueldad y envidia, gracia y pecado.

Emily Mortimer, Patricia Clakson y Bill Nighy son los actores más conocidos del reparto y están, como siempre, superiores. Pero no son los únicos, el amplio elenco de actores están sobresalientes. Quizás a la película se le podía haber pedido más en algunos momentos en que las posibilidades de la historia quedan un poco desaprovechadas. Aún así me alegro de que Isabel Coixet haya realizado una película tan concreta y lírica, sugerente y contenida a la vez. Hay 5 o 6 escenas que se te quedan grabadas; algo que no me sucedía desde Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras.

Supongo que hablaremos mucho de esta película a lo largo de este año. Merece estar entre las más premiadas.

Calificación: 8´5




"American Assassin" no funciona ni como videojuego

Algunos defendieron Matar al mensajero, la anterior película de Michael Cuesta. A mí me dejo indiferente a pesar de tener una buena historia. American Assassin ya contaba con que no me iba a entusiasmar por la historia, mil veces vista, de "soy fuerte, americano y voy a mataros a todos los que habéis matado a la gente que quiero, hijos de perra".

Con ese argumento se han hecho obras maestras como Sin perdón de Clint Eastwood o Braveheart de Mel Gibson. Michael Cuesta no ha pretendido hacer algo tan grande, pero al menos podía haber logrado una película entretenida con buenas coreografías en las peleas, algún giro imprevisto, frases a lo Vin Diesel. No hay nada de eso. La historia y los personajes ni se acercan al carisma que hemos disfrutado en El fuego de la venganza o Shooter de Antoine Fuqua, y La extraña que hay en tí de Neil Jordan. O en una versión más cómica en Noche y día, Los mercenarios 2, Kingsman o Misión imposible 4.

American Assassin no da ni para un videojuego de matar a terroristas. Ni siquiera Michael Keaton da un poco de entidad dramática a esta película de mitad de tabla para abajo.

Calificación: 5

Destripando a "Thor"

"Aunque tampoco es decir mucho, 'Thor: Ragnarok' es fácilmente la mejor de las tres películas de 'Thor', o quizá es que piense eso porque por primera vez los guionistas y yo coincidimos en una cosa: los films de 'Thor' son absurdos." 

Peter Debruge: Variety 

No tengo mucho más que decir. El director, guionista y actor neozelandés Taika Waititi ha sido fiel a su estilo gamberro y se ríe a gusto del personaje más aburrido y tieso de Marvel. Sólo hay que ver algo de sus dos anteriores películas para comprender que los que le contrataron sabían a lo que se exponían.



Chris Hemsworth confirma lo que ya demostró en La cabaña del bosque, la entretenidisima locura de Drew Goddard y Joss Whedon: es un cómico excepcional. En esta tercera parte de Thor se ríe de su sombra con mucho arte, sin exagerar ni dejar vencerse por un cierto pudor por salvar el personaje. La película es de lo más divertido que he visto en bastante tiempo. Si no durase 130 minutos y la trama tuviese un poquito más de interés sería una de las mejores películas de superhéroes de los últimos tiempos.

La película ha costado 180 millones y ya ha logrado ingresar 740. Y aún le queda carrete para rato. Con Spiderman Homecoming y Wonder Woman, lo más original que ha salido del cine y la televisión de superhéroes en 2017. 

Calificación: 6´5



15 años de "Chanante"

Me da pena el cierre de Likes en #0, pero su cierre ha sido a lo grande con el aniversario de La hora Chanante. En este blog he puesto varias veces a estos cómicos marcianos que imitan con el mismo acento de Cuenca a Lars Von Trier, Pablo Iglesias, Gorbachov o Yoko Ono. Es un humor más inteligente de lo que parece y muy original. Romper tanto el molde en comedia me parece complicadísimo. Esta entrevista es sensacional.

"The Good Doctor": Imperdonable glucosa

Me esperaba mucho más de una serie creada por David Shore (House) y protagonizada por el inconmensurable Freddie Highmore (Motel Bates). No comprendo el ataque de sensiblería que afecta a la serie de principio a fin. Los recurrentes flashback de la infancia del protagonista con una fotografía difuminada y música “entrañable” son dignos de una serie floja del Canal Disney. Y el intento de manipular al espectador con esa historia traumática y forzada hace que la serie pierda en credibilidad y emoción verdadera.

Igualmente la serie combina algunos diálogos elaborados con otros ahogados en simpleza y frivolidad. Y hay muchos problemas en un hospital que no se solucionan con energía positiva. Eso quedaba muy claro en House, y también en la serie catalana Pulseras rojas.

Otra prueba de que los personajes de esta historia viven de la trampa es el abuso de la música. Sin llegar a los niveles de Anatomía de Grey (donde prácticamente conectaban con el audio de Kiss FM), The Good Doctor pide auxilio a melodías sentimentales impersonales con demasiada frecuencia. El problema no es sólo de cantidad sino de calidad, como bien ha quedado demostrado en la serie This is us, un ejemplo en casi todo, incluido la banda sonora.

En definitiva, The Good Doctor es una serie tan amable como desaprovechada.

Calificación: 6

"Le fils de Ioseph" de Eugène Green

Acercarse a una película así requiere pausa. Parar el ritmo frenético de la rutina diaria y mirar con paciencia. Eugène Green ha realizado una obra de arte que utiliza un lenguaje que él mismo ha creado. Aunque utiliza acentos que recuerdan a Dreyer, Bresson, Tarkovski, Bergman o Kaurismäki, sus palabras suenan de una manera distinta. La película habla de una conversión profunda, de un adolescente que aprende a sonreír por dentro y por fuera al descubrir un verdadero padre.


Este director francés utiliza imágenes de la Sagrada Escritura como el sacrificio de Isaac, representado en la película en un cuadro de Caravaggio que el protagonista tiene colgado en su habitación. La historia se centra en diálogos que van a la esencia de realidades trascendentes: Dios, creación, belleza, filiación. Una vez asimilado el estilo del director resulta fácil entrar en el alma de los personajes y percibir los detalles y la grandeza de su humanidad en contacto con lo sobrenatural.

El cine en búsqueda de los trascendentales ya tiene una nueva obra maestra en su catálogo. Una reciente y tan renovadora como Converso de David Arratibel, Disparando a perros de Michael Caton-Jones, Verbo de Eduardo Chapero-Jackson, El árbol de la vida de Terrence MalickMaktub de Paco Arango y De dioses y hombres de Xavier Beauvois. Estos directores, junto el maestro Mel Gibson y sus tres maravillas sobre el Creador y las criaturas (El hombre sin rostro, La Pasión de Cristo y Hasta el último hombre) siguen confiando en el cine como la máxima capacidad de expresión del ser humano que mira hacia Dios.   

Calificación: 9

"Smoking Room": Opera prima y Gran Reserva

En 2002 Roger Gual presentó su opera prima en el Festival de Málaga. Una película con un presupuesto muy pequeño pero con mucho talento en la planificación, el guión y los actores. Hoy la película es ya una de las mejores de su generación. Un retrato del mundo salvaje empresarial en el que la humanidad de los personajes se persigue sin piedad.

Se podrían recordar muchas escenas pero yo me quedo con el diálogo en la azotea entre Antonio Dechent y Eduard Fernández. Una versión patria de Un día de furia en una localización muy underground. El careo no tiene desperdicio por la tensión visual, la interpretación de esos dos genios y el dramatismo tragicómico que desprende la escena.

El montaje y los primerísimos planos crean una atmósfera asfixiante. No me extraña que el guion de la película haya dado pie a una representación teatral en el que han entrado nuevos actores como el emergente Miki Sparbé.

Roger Gual rodaría después la discreta Menú Degustació y la extraordinaria 7 años.

Calificación: 8





 

"Stranger Things 2" pierde

Strangers Things fue una de las mejores noticias de la televisión en 2016 y la expectación por esta segunda temporada era peligrosa. Un año de preparación con algunos trailer sensacionales.



Pero ya no es lo que era. Stranger Things 2 pierde porque pierden los personajes. Todos y cada uno de ellos. ¿Y a quién le importan los alienígenas? Si los hermanos Duffer habían logrado un producto que recuperaba lo mejor del cine spielbergiano no era por los "strangers", sino por esa simpatía que había en la relación entre personajes a lo Stand by me. Y no era sencillo, ya que en dos décadas sólo Pau Freixas y Albert Espinosa habían logrado reproducir esa magia en Héroes o Pulseras rojas.

Es verdad que en los 3 últimos capítulos de esta 2ª temporada se le da un poco de dinamismo a una historia que empezaba a ser muy previsible. Pero no basta con eso. Los nuevos personajes no interesan a nadie. Ni la niña del patinete, ni el macarra de toda la vida... Ni por supuesto esa nueva colección de científicos que no se sabe muy bien qué pretenden. Tampoco hay escenas emotivas provocadas por la aparición de canciones sorprendentes, ni una evolución sugerente de las historias de amor adolescentes. Es un problema de guion, de diálogos sin chispa, de una pereza de imaginación en volver a terrenos ya trillados en la primera temporada.

Cuando termina el último capítulo y veo ese ese último plano... Qué pena. Qué pocas ganas de una nueva temporada. Me sucede lo mismo que cuando escucho en esa escena final a canciones como Time after time o Everybreath you take. Una conclusión Kiss FM que acaba por matar la magia a base de rutinas.

Calificación: 6

El dichoso chalecito de Alfredo Landa

Si los norteamericanos tienen su bandera en la puerta y su jardín con barbacoa, en España, desde la década de los 70, tenemos nuestro chalecito en la sierra. Todo un símbolo de una sociedad del bienestar tan artificial como la que tiene el pueblo yanki.



Garci empieza esta película de 1979 con la primavera de Vivaldi y a partir de ahí se encadenan aciertos en un guion que desprende autenticidad ibérica de la transición. Es curioso que este director madrileño tenga esos altibajos tan grandes en su filmografía, combinando cine veraz y descomplicado con personajes de carne y hueso con un cine tan postizo y engolado como el de sus últimas películas.

Alfredo Landa y María Casanova, protagonistas también de El crack, están increíbles.

Me encanta el cartel, muy setentero y casi de Ciencia-Ficción.

Calificación: 8

 

"La ciudad frente a mí": La justicia era ÉL

Dicen que cuando los norteamericanos quieren médicos, abogados o detectives lo primero que hacen es hacer una serie o una película que lleve en esa dirección a las nuevas generaciones. La ciudad frente a mí es de esos clásicos de los que uno sale queriendo ser Paul Newman, o al menos su personaje en esta película. Anthony Judson Lawrence es un abogado que desde una condición social humilde logra ser uno de los grandes abogados de Philadelphia.

Esta película fue dirigida en 1959 por Vincent Sherman, uno de esos cineastas desconocidos y eficaces de 3ª línea del Hollywood dorado que aquí logró su mejor film. Logró 3 nominaciones a los Oscar al mejor vestuario, fotografía y a la interpretación secundaria de Robert Vaughn. Todas estas candidaturas eran muy merecidos ya que la película tiene una factura impecable, coherente con un actor protagonista que era una estrella radiante en cada plano. Paul Newman era la escultura apolínea, perfecta en todos los detalles, pero además lograba transmitir la credibilidad y humanidad de otras estrellas consagradas como Gregory Peck, Henry Fonda o Gary Cooper.

La película es larga y tiene una estructura dramática bastante original, melodramática y sorprendente para el espectador. A lo largo de los 135 minutos de metraje la historia está llena de tramas secundarias de interés, además de giros y diálogos inteligentes. Un clásico aún radiante con casi 60 años de vidas bastante relegado en las cronologías de la Historia del Cine.

Calificación: 8



"The Meyerowitz Stories": Otro Baumbach menor

A pesar de tener un repartazo y uno de los directores-guionistas más interesantes de Hollywood, ésta película de Netflix presentada en Cannes es muy prescindible. Se ve con agrado y tiene buenos giros, apuntes... Pero en general se pasa por ella sin que ninguna de estas pequeñas historias en torno a una familia norteamericana con bastantes elementos extravagantes llegue a brillar. Se echa de menos la creatividad cómica y dramática que sí había en otras películas de Noah Baumbach como Frances Ha o Mientras seamos jóvenes.

The Meyerowitz Stories en definitiva sigue la línea, más bien rutinaria, de Mistress America, su anterior película.

Calificación: 6

El documental más completo sobre Steven Spielberg

Aunque muchos rebajan su status tildándole de "patriotero", "ternurista" y otros apelativos que parte se ha ganado, Spielberg es uno de los más grandes directores que dado Hollywood. En mi opinión sólo Woody Allen y Clint Eastwood han dado tanto al cine norteamericano.

En este documental de la HBO se procura dar una versión definitiva de la vida y obra de Steven Spielberg, algo que muchos han intentado antes con libros y documentales. Y creo que el trabajo es satisfactorio y el enfoque bastante profundo. Aunque se pasa muy por encima de sus mayores fracasos (algunos en cine y muchos más en televisión) y las menciones a todo el equipo que ha hecho posible a sus películas resulta muy escueto, en general este retrato favorable es un acercamiento personal y acertado.

Toda la relación de Steven Spielberg con su padre y su dificultad en el trato social, hechos biográficos fundamentales que han influido en sus películas, están muy bien explicados. También su evolución cinematográfica, el estilo visual que le ha hecho famoso y el modo que tiene de dirigir a los actores. El documental dura 150 minutos pero eso no importa demasiado porque resulta fascinante de principio a fin por la variedad de testimonios y películas comentadas.

Calificación: 8



Shakespeare en franela

Hacía tiempo que no veía algo tan lamentable. Esta serie sobre la juventud de William Shakespeare ha sido dirigida entre otros por Shekar Kapur, el director indio conocido por su cine histórico de discoteca y colorcicos (las dos películas sobre la reina Isabel I Tudor que encumbraron a Cate Blanchett).

Pero el principal responsable de esta serie es su creador: Craig Pearce, guionista habitual de las mejores películas de Baz Luhrmann (Romeo y Julieta, Moulin Rouge, El gran Gatsby). Con Will da rienda suelta a su imaginación y a su estilo postmoderno haciendo una recreación anacrónica y hortera de uno de los mejores dramaturgos de la historia de la literatura. Y ahí ves como Luhrmann tendrá sus limitaciones, pero es maestro que hace que elementos tan chillones y diversos tengan una unidad y significado. Algo que no se logra ni por asomo en esta serie.


Aparte de incluir música moderna y vestuario de colores chillones más cercano al look de las drag queen que al del público del teatro isabelina todo en Will resulta saturado y alucinógeno. Ni rastro de la magia de los clásicos que sí que había en Romeo y Julieta o El Gran Gatsby, o del poder visual que indudablemente tenía Moulin Rouge. Una vez más la aparición de la religión viene unida a intolerancia radical y violencia desmadrada y por supuesto la idea platónica del amor se sustituye por el sexo trivial e inmediato. Así que la originalidad brilla por su ausencia en una opereta plomiza de personajes sin vida en medio de decorados del estilo rococó más rancio.

En el reparto no hay rostros demasiado conocidos y me resulta difícil cargar contra ellos porque no sé que diablos se puede hacer con esos diálogos, ese vestuario y esos decorados. Supongo que yo haría lo mismo: cobrar y procurar que la serie no pase de 1ª temporada (no parece que sea el caso). Además teniendo en cuenta que el protagonista, Laurie Davidson hace su primer trabajo, tiene un gran mérito de su parte estar más o menos digno.

Ahora que ya sabemos los verdaderos motivos que llevaron a Shakespeare enamorado a ganar el Oscar a la mejor película, es triste que haya una serie que insista en el perfil más superficial y hedonista de este inmenso genio literario.

Calificación: 3

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