Palmarés y apuntes finales sobre Zinemaldia 2013

El cine “de crisis” en habla hispana ha sido el gran triunfador de la última edición del Festival de Cine de San Sebastián. Cine realizado con presupuestos ajustados, historias personales y pequeñas. La venezolana Pelo malo (mejor película) de Mariana Rondón, la mejicana Club Sandwich de Fernando Eimbcke (mejor director) y la española La herida del debutante Fernando Franco (mejor actriz y Premio especial del Jurado), comparten esta forma de hacer cine coherente con los tiempos actuales.

En esta línea también se encuentra la película inglesa Le Week-end de Roger Michell que ha logrado la Concha de Plata al mejor actor para Jim Broadbent. Al estilo de la trilogía de Richard Linklater (Antes de amanecer), Le Week-end es una historia contada con dos personajes jubilados que hablan sin parar sobre su matrimonio en declive.

Un tanto curioso resulta el premio al mejor guión que se ha llevado el maestro francés Bertrand Tavernier y sus dos coguionistas, Antonin Baudry y Christophe Blain por la adaptación de un prestigioso cómic político en Quai d’Orsay.

El resumen general del Festival es que el mejor cine no ha estado en la Sección Oficial sino en las Perlas de Zabaltegui con títulos imponentes como Like faher, Like son de Hirokazu Kore-eda y Gravity de Alfonso Cuarón (probablemente la película del año).

Por otro lado, esta edición se recordará por la conmoción que ha producido en la ciudad y en los medios de comunicación la llegada de Mario Casas y Hugh Jackman (éste último protagonizó una de las imágenes más espontáneas del Festival al pasear en bicicleta por la ciudad). Una euforia planificada e inteligente porque, además de ser estrellas mediáticas, el coruñés y el australiano son dos actores con un talento innegable y recientemente demostrado.

Last day y quiniela

Esto se acaba. La herida es la última película a concurso. Fernando Franco, hasta ahora montador prestigioso de Blancanieves (por la que ganó un Goya), Alacrán enamorado o No tengas miedo, se estrena en la dirección.
Ana trabaja como enfermera en una ambulancia. Su contacto con el  sufrimiento es diario y además no acepta que su novio la haya dejado. Pero la principal herida de Ana está en su psique.
La película no consigue desprenderse del tono impostado y oscuro, puesto al servicio de de una historia excesivamente pequeña que no aporta nada al cine sobre enfermedades psíquicas. Muy bien intrepretada por Marián Alvarez, La herida, más que doler, te cansa y resulta distante.
Y para acabar, voy a hacer una quiniela, condenada al fracaso porque si hay algo poco previsible es el jurado de un festival de cine. Pero allá vamos.
Mejor película: Caníbal
Mejor director: Roger Michell (Le-Weekend)
Mejor guión: David Trueba (Vivir es fácil con los ojos cerrados)
Mejor actor: Antonio de la Torre (Caníbal)
Mejor actriz: Marián Álvarez (La herida)
Mejor fotografía: Nicolas Bolduc (Enemy)
Premio especial del Jurado: Quai D´Orsai (Bertrand Tavernier)
Premio Horizontes latinos: El médico alemán
Premio del Público Perlas de Zabaltegui: Gravity

Muermismo mejicano

Iba dispuesto a lo peor. Lo reconozco: me da pánico el cine mejicano. Tan lento y deprimente con tanta frecuencia. El trailer hay que reconocer que ya te avisa del muermo que te espera… Pero no es suficiente. Minutos y minutos de ralentización, de no pasar nada, de créditos que tardan horas en desaparecer. La historia de un adolescente gordo y su embobada madre en un hotel casi vacío quiere ser una historia de madurez vital y sexual, pero es otra cosa. Son dos tipos aburridos que casi no hablan, sólo se tumban al sol y a comer techo en el hotel.

Y todo con mucha calma, no vaya a ser que semejante trepidación dramática interese a alguien más que a la madre entusiasmada con su rollizo maromo. Y uno piensa la cantidad de películas en las que pasan cosas, surgen emociones, te interesa lo que sucede… Pero aquí 80 minutos resultan interminables, más aún con la vocalización mejicana ininteligible.

La maldición donostierra de Campanella

No tiene suerte el director argentino con San Sebastián. Hace unos años le birlaron la Concha de Oro que merecía por El secreto de sus ojos. Ahora presenta su última película inaugurando la Sección Oficial con una cinta muy defectuosa, en la que brilla la “barata” técnica (la película siendo animada ha costado 20 millones de euros) pero en la que sorprende mucho un guión plano, errático, con exceso de plomo sin vida, de diálogos sin ingenio. 

No nos esperábamos esto de Campanella. Futbolín ha gustado muy poco a la crítica y dudo que al publico, tanto infantil como adulto, le acabe de convencer. La historia tiene su originalidad en el punto de vista pero se viene abajo en un guión muy pobre, que resulta aburridísimo en un doblaje español que probablemente empeore más aún el resultado final. El cine argentino hay que escucharlo en argentino, todo lo demás es perder la esencia.

Zipi y Zape en Hogwarts

Zipi y Zape han marcado la infancia de varias generaciones que poco tienen que ver con el público al que va dirigida esta película. Lo digo por experiencia: he reconocido poco de los tebeos que leí en su día en la película de Oskar Santos (El mal ajeno, Hispania). Aquí hay más de Daniel el travieso y el universo de Harry Potter. Pero da igual. La película funciona a ratos.

Un entretenimiento con un diseño de producción muy vistoso, chavales que resultan naturales, personajes secundarios con gracia. Y 90 minutos ajustados que se agradecen. El tono exagerado de los “malos” puede rechinar pero en general la película la verán los pequeños con agrado mientras los mayores pasarán un buen rato.

Si además al crítico de cine le dejan elegir asiento con espacio vital mínimo (el pase era a las 9:30 en un desierto cine Principal), la percepción de la película es muy agradable. Por cierto, espero que alguien en algún momento prohiba ver una película desde el gallinero del 3º piso del Victoria Eugenia o en medio de una fila central del Teatro Principal. Estoy convencido que Ryan Reynolds en Buried tenía menos sensación de claustrofobia.

La vida que duele y que cura

François Dupeyron ya sabe lo que es ganar en San Sebastián. Lo hizo en 1999 con ¿Qué es la vida?: una película de diálogos intimistas y sencillos que sigue viéndose con agrado casi 15 años después. Mon ame par to guérie es más de lo mismo pero con un protagonista que tiene un don de curar heredado de su madre. Frédi nos recuerda un poco al personaje de Matt Damon en Más allá de la vida. Él tampoco quiere tener esa capacidad extraordinaria de curar pero no puede evitar ser requerido por mucha gente necesitada.

Lo mejor es que no es una película “milagrera”; es una historia de lo más cotidiano rodada con muchos planos secuencia que hacen creíbles e interesantes a todos los personajes. Además hay gotas de un saludable humor y un tono luminoso que humaniza la película haciéndole cercana y sugerente. Por ahora de lo más interesante que hemos podido ver en la Sección Oficial.

Un discreto chiste francés

Una de cal y otra de arena con la Sección Perlas de refugio del crítico perjudicado por el paso de los día

“Quai d´Orsay”: Tavernier se pasa al cómic

Bertrand Tavernier ha presentado probablemente la película más solida de la Sección Oficial. Como buena adaptación de un cómic político muy reconocido de los maestros Blain y Lanzac tiene un ritmo trepidante de montaje muy ágil, semejante a las viñetas, con personajes exageradísimos en su crítica atroz al uso vacío del lenguaje en la política internacional. Inteligente, divertida y en mi opinión demasiado redundante. En la línea de la británica In the loop, le falta un final más redondo pero es una película notable.

"Un largo viaje": ¡Y tan largo!

The Railway Man (traducida como Un largo viaje) cuenta muy mal lo que contó con maestría David Lean en Un puente sobre el río Kwai. El australiano Jonathan Keplitzky cuenta con una pareja solvente compuesta por Nicole Kidman Colin Firth. Y poco más. El talento brilla por su ausencia en la planificación (el último tramo de la película es delictivo en este aspecto) y sobre todo en un guión torpe y cursi que retrata personajes inconcebibles. Una de esas historias con buena intención que despiertan instintos asesinos en el espectador.

El trailer es vistoso y puede engañar con la utilización de la magnífica música de La delgada línea roja que nada que tiene que ver con la partitura original de la película. Pero es un quiero y no puedo en toda regla. Un desperdicio caro de diseño de producción y buena fotografía.

De otra galaxia

Un día complicado para comentar la Sección Oficial. Sobre todo porque el murmullo comienza a ser atronador; todo pinta a que este año la categoría reina del Festival va a ser de las más decepcionantes de los últimos años.

Hoy hemos podido ver las películas de la Sección Oficial que han sido 4 ni más ni menos. Pero antes que nada quiero decir lo que me ha salvado el día: Gravity de Alfonso Cuarón presentada en la Sección Perlas.

“Gravity”: el humanismo galáctico de Cuarón

La crítica la he escrito in extremis para la revista así que la podréis leer con calma. Pero un avance: es una bellísima historia tanto visual como narrativamente. Dos actores que llenan el espacio con su voz y unos personajes que mezclan ternura, simpatía y dramatismo del bueno.

Bullock y Clooney están perfectos y el 3D, ésta vez sí resulta necesario. Os dejo con el trailer, la merecida portada en Fila Siete de octubre y paso a la temible Sección Oficial.

Puerro venezolano

El sol en San Sebastián ha llenado aún más las calles que ven como críticos van de aquí para allá en una mañana muy ajetreada. Ni mas ni menos que tres películas de Sección Oficial que han dejado impresiones muy diferentes.

“Pelo malo”: la dura infancia venezolana

Hay películas que son lo que prometen. Y ésta es una de ellas. Tono documental, realismo crudo, historias y personajes en los que apenas hay luces. Y un ritmo latino en en el sentido venezolano, uruguayo, mejicano… Un porcentaje de cine que hay que pagar en todo Festival.

Hay que reconocer que es una ventana abierta a un mundo diferente, pero hay ventanas que te sorprenden, te manchan… O te aburren, te dejan lejos, con sensación de que esa infierno venezolano ya te lo han mostrado demasiadas veces. Es lo que me pasa con la historia de este niño que tiene el pelo salvaje, imposible de peinar.

Mujeres a la hoguera

Alex de la Iglesia sigue a lo suyo con Las brujas de Zugarramurdi. A los personajes desquiciados y extremos en historias desquiciadas y extremas. Esta vez en clave claramente misogina: una historia en las que las mujeres son todas brujas que hechizan a los hombres humillándoles de la manera más vil. Esta segunda lectura funciona como un reloj en la trepidante media hora inicial.

Hay un atraco y una persecución por medio pero lo interesante es como todos los hombres muestran su adoración y pánico hacia las mujeres que les explotan. En este rol está divertidísimo Mario Casas y muy solventes Hugo Silva y Javier Botet.



Pero el chicle se estira y aparecen las brujas que no son tan divertidas ni tan sugerentemente malvadas como esperábamos de dos personajes interpretados por Terele Pávez y Carmen MauraCarolina Bang vuelve a hacer de chica guapa esta vez formato skin con tatuajes incluidos, un personaje que resulta demasiado evidente hasta el tramo final.



Es una pena que no se lleven más minutos las señoras brujas y vascas interpretadas por Santiago Segura y Carlos Areces: Conchi y Asun son de lo mejor de la película.

Una vez más Alex de la Iglesia demuestra que tiene ingenio y creatividad, pero sus películas son un suspiro que se pierde en querer tronchar de risa al espectador sin coherencia ni medida alguna. 

A falta de Miyazaki siempre nos quedará Koreeda

Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, Like father, like son ha vuelto ha demostrar que el director japonés de Still Walking, Air Doll o Kiseki es de los más grandes del cine actual. En De tal padre, tal hijo (traducción literal del título) cuenta la historia de dos niños que descubren a los 6 años que sus padres no son sus padres. Los dos nacieron en el mismo día y el hospital intercambió sus identidades.

Con este argumento Koreeda vuelve a hablar de la familia, de la educación y la genética, de un mundo que juega con la paternidad como si fuese una etiqueta de quita y pon. Y lo hace dejando al espectador a los pies de personajes de carne y hueso que se enfrentan a dilemas universales sin subrayados, con sencillez en la mirada y en los diálogos, con talento en cada plano, en cada giro narrativo. Koreeda lo hace todo fácil y directo, como Miyazaki. Y eso está a la altura de muy pocos.

El adiós dulce de Miyazaki

El cine de animación ha sido el protagonista de las primeras horas de Zinemaldia 2013.
Hayao Miyazaki presentaba The Wind Rises en la sección Perlas la que será su última película (el pasado 1 de septiembre el genio nipón anunció su retirada a los 72 años de edad).  Una verdadera obra de arte, de un romanticismo tan elegante y universal que te deja rendido desde el primer fotograma.
La película habla de las tragedias del siglo XX en Japón con una luz y una ternura tan sugerente que sales del cine con la sensación de que has estado subido a una de esas cimas a las que sólo alguno maestros consiguen llevarte.
No me extraña el entusiasmo de Laura Montero que ha hecho una crítica maravillosa publicada en el último número de Fila Siete. La pasión por el mundo de la aviación de Miyazaki está tan lograda como en esa joya quizá algo infravalorada titulada Porco Rosso (1992). En definitiva, cine imprescindible para comenzar el Festival.

Calificación: 9

La coleta de Terry Gilliam

Terry Gilliam llegó al Victoria Eugenia con coleta, zapatillas y ganas de advertirnos que su película no iba a defraudar a los que adoran su extravagante genio. La prueba era difícil. Aguantar en la butaca una película de Gilliam de 107 minutos mientras España se enfrentaba a Francia en campo esloveno era una misión heroica. Y ahí estuvimos después de ver a Villeneuve. El trailer de la futurista The Zero Theorem prometía lo peor pero la verdad es que al menos esta vez Gilliam está algo más dinámico que en sus últimas astracanadas (aún recuerdo los bostezos que me produjo el Dr. Parnassus).
Ver a Christoph Waltz contener un personaje incontenible es emocionante. Y hay que reconocer que la escena de la discoteca del futuro invadida por colgados bailando a su aire cada uno con su iPad y sus auriculares es gloriosa. Pero le sigue faltando orden, concierto y mesura a un director que le encanta que el argumento se le vaya de las manos. El guion de The Zero Theorem lo firma Pat Rushin que como el mismo Gilliam ha reconocido no ha escrito en su vida un largometraje. “Ni falta que hace” debe pensar el ex Monthy Python.
Al menos hay intención de querer contar de una manera ingeniosa que la técnica nos está volviendo… Eso, un poco estúpidos. Pero eso ya nos lo ha contado mucho mejor un británico llamado Charlie Brooker en esa genialidad televisiva que es Black Mirror.

El rarismo invade la noche en Donostia

Todo festival que se precie tiene un porcentaje de rarismo. Películas que provocan comentarios encendidos y absolutamente contradictorios. Algunos ven la reencarnación de Welles, Ford o el mismísimo Miguel Ángel en versión cinematográfica, mientras que otros consideran una tomadura de pelo, una vergüenza para el Festival y una señal clara de que la creatividad cinematográfica del director se debe más al consumo de sustancias estimulantes que al talento artístico. En esa dialéctica se ha movido la noche en Donostia.

"Enemy" o el duplicado de la nada

Denis Villeneuve (Incendies) no dejará a nadie indiferente con esta película. Los primeros 15 minutos son para pedir auxilio psiquiátrico. Me gustaría poder explicar el argumento inicial pero esta web la ven menores de edad. Tremendo arranque que podría ser firmado por un Cronenberg en periodo de celo. En realidad toda la película podía ser una criatura alienígena de Cronenberg.

La historia es un tipo que tiene un duplicado (ya se ve que está de moda el argumento, véase la crítica arriba de La mirada del amor). Uno es actor, el otro profesor de Universidad. Entre medias hay unos tipos que miran a mujeres atacadas por arañas. Y mucho sonido extravagante, mucha pose de esto que te estoy contando es genial, genial, genial que diría la versión Muchachada Nui de Lars Von Trier.

Me apunto a los de la trinchera de que es una tomadura de pelo con poco que contar y mucho de “fíjate como te lo cuento”. El guión lo firma Javier Gullón ( que ya demostró sus limitaciones en Invasor, Agnosia, Hierro…) a partir de una novela de José Saramago.

¿Qué hace una peli así en un Festival como éste?

La mirada del amor ha provocado unas cuantas carcajadas involuntarias. Ed Harris, Annette Benning y Robin Williams se meten en un pastiche inverosímil, cursi y pretencioso. Una mujer que se le muere el marido, pero cinco años después aparece uno que es igual (el mismo Ed Harris) y no sabe si es que ha resucitado, o es otro que se le parece…
Luego está el vecino que es Robin Williams que también quiere a Annette, y por eso se baña en su piscina… Todo muy extraño, con unos diálogos que hacen que acabes odiando a los tres actorazos que se meten unos personajes y una historia surrealista. La foto y el título lo dicen todo.

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