Bombón suizo

Me quedé sin verla en San Sebastian porque hubo tan buen cine en ese festival que no pude verlo todo de golpe. Y en este caso la espera no ha disminuido mi entusiasmo ante esta opera prima de Claude Barras, un delicada animación adulta preciosa sobre unos niños a los que les han dejado sin infancia.

La vida de Calabacín dura apenas una hora pero cuenta mucho en ese tiempo. El detallismo de los paisajes y gestos es delicioso. Creo que es el mejor uso del color que he visto en stop-motion. Los últimos quince minutos componen un final que te deja sobrecogido. Una película que tardaré en olvidar. Un bombón suizo que merecidamente estuvo en la terna final de los Oscar de este año. Y que por cierto le da miles de vueltas a la aceleradísima película ganadora: Zootrópolis. 

Calificación: 8

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