El circo de Álex y los aplausos de Quentin

Mucho tiene que ver Tarantino con que esta película ganase los premios al mejor director y al mejor guión  en el último Festival de Venecia presidido por el creador de Pulp Fiction. Premios muy criticados por la evidente fascinación mutua que se tienen ambos directores. Ambos son dos niños mimados de una industria que les permite sus genialidades y sus caprichos.

La película cuenta la violenta rivalidad entre dos payasos por una trapecista. Uno la pega y otro la mima como si fuese la niña de sus ojos. Uno es el payaso feliz y violento (Antonio de la Torre) y otro es el payaso triste y bonachón (Carlos Areces). La indecisión de la chica (Carolina Bang) es el motor de la película que tiene como fondo dos momentos históricos esenciales en la historia de España, la Guerra Civil y los últimos años del franquismo.



No veo nada nuevo en este delirante espectáculo circense de sangre, violencia y sexo animal. Me siguen haciendo gracia algunos momentos (Térele Pávez, el motorista suicida, los títulos de crédito), y me sigue faltando un personaje, un poco de credibilidad en lo que se cuenta. Más que nada porque esta vez tengo la sensación de que Alex no sólo ha querido hacer un divertimento sino que también contarnos algo sobre la Historia de España con las metáforas de los dos payasos y una misma víctima, la visión de España como un circo irracional. “España sigue siendo un circo, sólo han cambiado los payasos”, dice el director que acaba la película con un tono reflexivo, unas lágrimas desesperanzadas, una música lenta…

Al menos Tarantino cuando no tiene nada que contar acaba su circo con una divertida paliza irracional (Death Proof) o una broma sarcástica auto-homenaje a su filmografía personal (Malditos bastardos). Pero Alex no es tan coherente y acaba su circo caprichoso como si su película fuese más allá del desenfrene visual, del personaje incomprensible y estirado, del mensaje ideológico pueril y convencional, “del de toda la vida” del cine español.

Aún así, la película tendrá su público, minoritario pero fiel, que perdona excesos a cambio de ver algo distinto, destellos de creatividad en medio de un collage caótico.

Calificación: 6

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