Cine que duele y que cura

No recuerdo una película con la que haya sufrido tanto como con El hijo de Saúl, película húngara ganadora de casi todo este año (Oscar, Globo de Oro, Cannes). Esta vez comprendo lo que dice Carlos Boyero pero no lo comparto.

El argumento se centra en los campos de exterminio nazis. Pero no se alarmen, el estilo y el tono no tienen nada que ver con el que utilizó Spielberg hablando de tema tan estremecedor en la magistral La lista de Schindler. La voluntad de Laszlo Nemes es que lo que ocurre en la pantalla se vea poco y mal (la fotografía es voluntaria y abusivamente oscura), imagino que para acentuar el horror, y que tampoco entiendas con claridad lo que está ocurriendo. O sea, que tu imaginación no pare de currar. Un prisionero judío, enrolado a la fuerza en el macabro trabajo de los crematorios, reconoce un día a su hijo en uno de los cadáveres. O tal vez imagina que es su hijo. No está claro. En cualquier caso, decide que el niño muerto se merece una sepultura como manda Yavé y no el bárbaro anonimato. Es ese tipo de cine en el que no logro enterarme de casi nada. Seguro que recibirá un premio notable.



En el fondo de esta crítica en Cannes esta el hartazgo festivalero de un crítico de cine que lleva vistas muchas muermos pedantes y engolados calificados como obras maestras que nadie se atreverá ver fuera de un Festival de Cine. Y es verdad que esta película húngara es ardua, diferente y durísima en lo que cuenta, por lo que hay que estar preparado. Yo lo estaba y la verdad es que la película me ha fascinado. 

El hijo de Saúl una manera de contar el archiconocido Holocausto judío muy inteligente. No vemos primeros planos claro de la barbarie pero si oímos gritos, imágenes borrosas en los que se intuyen cuerpos desnudos, cabizbajos, unos a punto de morir y otros preparando las cámaras de gas. Tremendo sí, pero finalmente esperanzado porque en el personaje principal hay una lucha imbatible, una meta por alcanzar que le hace un héroe conmovedor. 

Victor Fankl explicaba en El hombre en busca de sentido que lo que le ayudó a sobrevivir en los campos de concentración es mantener la ilusión en pensar en la familia que tenía fuera. Ese amor que trasciende incluso el horror más inhumano es el protagonista también de El hijo de Saúl, una obra maestra de estilo personal que te deja tocado pero no hundido.

Calificación: 9/10 

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