"The leftovers": perderse y no regresar

Tom Perrotta adapta su novela en esta serie de la HBO que acaba de confirmar su segunda temporada. La premisa es original: ¿qué pasaría si de un momento a otro desapareciera el 2% de la población mundial? La serie no es tanto ciencia-fición como drama metafórico. No importa tanto el por qué desaparecen y a dónde van. Lo fundamental es cómo sobreviven los que se quedan.



The leftovers juega con el espectador al que exige paciencia con un puzzle en el que las piezas tardan tiempo en encajar. Desde una visión existencialista (muy cercana al de la serie Les Revenants y su adaptación norteamericana Resurrection), la historia va centrándose en la tragedia habitual de no valorar lo suficiente al ser querido hasta que deja de estar. El silencio de Dios y la ausencia de una vida después de la vida limita mucho la emoción de la historia. Lo de "siempre permanecerá en nuestro recuerdo" puede sonar lírico pero es profundamente deprimente.

Aún así la serie tiene aspectos muy brillantes: la interpretación sensacional de un grupo muy numeroso de personajes, la variada y acertada música, la planificación creativa. Y sobre todo The leftovers crece con el paso de capítulos logrando escenas muy cuidadas, con unos diálogos acertados y sugerentes.

Detrás de las cámaras hay varios directores de cine como Peter Berg (El único superviviente), Mimi Leder (Cadena de favores) o Carl Franklin (El demonio vestido de azul). Pero el motor es, junto a Tom Perrotta, Damon Lindelof, conocido sobre todo por ser uno de los guionistas de Lost, Guerra Mundial Z o Prometheus. Todos logran una serie adictiva a su manera y a su ritmo. Original en su planteamiento y muy hábil en su desenlace.

Sobran algunas escenas marca de la casa HBO (como la fiesta adolescente que no aporta nada al argumento y se recrea con el morbo enfermizo al que nos tienen acostumbrados en esta productora), pero en general es una serie interesante y con sello propio.

Una lástima que en la banda sonora de la serie no hayan incluido esta canción de Silvio Rodríguez que habla con maestría del sentimiento de perder la vida que nos rodea.

Calificación: 8

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